domingo, 28 de octubre de 2012
El habitante
Resucitas mis sueños para volverme a suicidar,
se alejan las palabras que un día te atreviste a pronosticar,
alguien dice que la nostalgia es tan informal...
Amanezco fusilado por tu cuerpo tan pequeño y extenso de bondad,
borracho de sentimientos atrevidos,
puedo triunfar sin tu alma y sentir algo, algo más...
Música de consecuencia mortal,
alcohol que se esconde siendo el testigo de tu complicidad,
arrogancia desmesurada en unos ojos hartos de esperar.
Yo soy el habitante que vive en tu mirada...
Descaro que enmudece tu sumisión posicional,
todo es falso y nada de lo que digas va a cambiar,
restos de un vida...
Restos de una vida,
se recorta paralelamente al estímulo de un lamento intencionado,
yo soy el habitante que permanece callado en la noche y en el día.
En el abstracto mundo nuevo que llora, no sé si de alegría,
no quiero descifrar un poema que puedas entender,
lentamente, palabra a palabra,
como un susurro que te hacía tantas veces pensar.
Extrañeza en tu alma y tu juventud,
castiga al habitante cuando no quiere entender nada,
como puedo sin ti volar,
como puedes sin mi soñar.
Enhorabuena por tu sensación alterada y presente,
el tiempo es como un vaso de tranquilidad
que se derrama al paso de los años,
sonrisa intencionada, León es un estímulo intencionado,
ruge el habitante esta madrugada una vez más,
cuando el silencio brilla en tus ojos de sumisión vertical.
Restos de una vida,
se estrecha la oscuridad entre llantos de versatilidad,
ilusión descarada, perfección que respeta un juego,
atrevimiento por encima de un deseo,
ese deseo salvaje que sobrevive invisible y ya, tradicional...
(c) 2012