sábado, 9 de marzo de 2013

Niñez plural
















Sonido metálico, niñez plural,
pasos de meditación,
sentimiento universal,
palabras que aterrizaban sin mirar atrás.
Ausencia de incomprensiones,
valores inmediatos que perdían la vergüenza
en un habitación de color hierba natural.
Tus ojos giraban con la misma ilusión que el redactor,
esta vez, un Dios compartía algo superior.
Un cuerpo virgen de emoción,
un silencio que corría como pólvora sin decir nada, miles de caricias
y 500 besos de deuda existencial.
Sonido eléctrico, niñez plural,
unas manos que escriben algo para ti,
algo para mi tan especial,
búsqueda de un verso que rime, sonrisa eterna
y muchas, muchas ganas de triunfar.
Tu eras la reina que había nacido para reinar
en mis noches y mis días,
yo era el absurdo que reaccionaba por casualidad.
Paralela personalidad,
tu pelo rizado, mis manos revoltosas de amabilidad,
zapatos negros y un paso nuevo más,
creencia alternativa
y la inmensa locura de tu cariño a mi alrededor,
tu eras de las que sabias pensar
y yo de los que no sabía escuchar.
Compartiendo el ingles de tus susurros,
con el alma soldada a un dibujo de tu cara,
con una nota juvenil debajo de una almohada,
entre ruidos de la gente poco consecuente
y una madre de comprensión alternativa,
tu eras de las que apostaban bajo conceptos adecuados,
yo el terrible suicida que no sabía valorar.
Sonido espectacular, un Pegaso que volaba sin saber volar,
un verbo que recorría tus labios en una esquina congelada de complicidad,
nuestros movimientos se dirigían al mismo lugar,
ahorro de responsabilidad, niñez plural,
uniendo las primeras notas musicales de la felicidad.



(c) 2012