lunes, 7 de mayo de 2012

Es su sueño (Super Bader)

















Marta cerró los ojos, una noche tuvo un sueño...
La misma noche que conoció un verbo singular,
las estrellas del cielo rodeaban su magia,
Super Bader se inundó de felicidad... (Es su sueño)
Sus párpados se besaban sin cesar
mientras susurraba la palabra sonreír,
no había nada más bonito que verla soñar...
Y siente que verdaderamente es feliz... (Es su sueño)
Con el pensamiento ahogado de alegría
creyó ella misma estar en el cielo e intentó
(sin éxito) rezar a algún Dios;
Pero no hizo falta, su corazón estallaba de calor.
Es su sueño, más bonito que real,
en su mirada sólo había suavidad,
entonces la magia comenzó a volar...
Hacia un mundo donde Marta veía borroso,
ángeles incrédulos, ángeles dormidos,
entonces la magia volvió a volar
y su sonrisa, sincera como la de un niño,
se encontró con la luna, comenzaron a hablar...
Le preguntó a donde se dirigía,
Marta asustada se quedó pensativa,
entonces comprendió que no es más bella si la miras,
sólo es más sincera
si tu talento forma parte de esta vida.
Se despertó Marta,
con los ojos reventados de tanto llorar,
no creía en el pasado, incrédula del presente,
inquieta por la cruel realidad.
Decidió eternamente ser feliz...
Y como un niño después de su partido
se volvió a dormir... (Es su sueño)
Sumergida en un mar de felicidad,
dejaba libre el pensamiento y observaba peces,
de colores aún no inventados,
al pasar,
pequeños seres humanos cubiertos de escamas y sentimientos...
¿Sabes? Merece la pena de verdad.
Como una sirena veloz,
Super Bader en su sueño,
su alma navegaba de ilusión...
¿sabes? La libertad nunca tiene dueño.
Acariciaba una estrella de mar,
cuando se inundaron de salada confianza
y comenzaron a hablar...
Marta le susurraba,
sentada en una de esas plantas marinas,
que un día prometió ser fiel a su talento,
formando parte de esta vida.
Camina Marta, regresa de la escuela,
no ha sido un buen día,
Super Bader quería ser mayor,
sus catorce inviernos no le consuelan
y aún no comprendía el amor en esta vida.
Llegó a su casa como un ángel rendido
y el cansancio la obligó a dormir,
aunque un extraño pero guapo y coqueto niño,
reconocía que le hacía sonreír.
Es su sueño, se mezcló,
entre un desierto y una bonita tarde de abril,
a veces se queda en el intento
al pronunciar el nombre de su príncipe...
Maldita sea!!! El niño se llamaba Oquendo.
Pero a Marta,
con su largo y pelo negro eso no le importaba,
estaba en su caluroso sueño y la realidad se transformaba,
en un desierto lleno de flores que revoloteaban,
entre su corazón y esta mágica tarde reflejada,
en un espejo de felicidad anticipada.
Jugaban,
entre dunas y sonrisas escondidas,
en un desierto de flores ya queridas,
en los ojos de Marta,
la mirada de alegría se consumía.


(c) 2002